domingo, 14 de marzo de 2010

HISTORIAS PARA CONTAR


EL EMPERADOR Y SU CRIADO

Un pobre muy ingenioso, fue al palacio del emperador y le suplicó lo tomara como criado.

- Qué sabes hacer? – le preguntó el soberano.

- Puedo servir de guardia a su majestad. Sé vigilar cuando los demàs duermen y dormir cuando ellos vigilan. Sé gustar una bebida y decir si es buena o no. Sé hallar los mejores convidados para una fiesta. Y también hacer fuego sin humo.

El emperador quiso probarlo, maravillado por las respuestas de su presunto criado, y le hizo guardia suyo. Todas las noches, cuando su señor descansaba, el guardia vigilaba la puerta debidamente armado y acompañado de un perro que ladraba si alguien se acercaba.

Cumplió tan bien su misión que después de un año el emperador le dijo que desempeñase su segundo oficio. Entonces nuestro hombre hizo, durante el verano, una gran provisiòn de cosas necesarias, mientras los otros perdían el tiempo en diversiones, y asì, cuando llegò el invierno, pudo holgar comodamente en tanto los demàs trabajaban.

Satisfizo al emperador el procedimiento del criado y, para probarlo en su tercera habilidad, le dijo:

-Bebe esta copa de vino y dime qué te parece.

El criádo la apuró prontamente y repuso:

- Fue bueno; es bueno y será bueno.

- Explícate- repuso el emperador.

- Señor – contestóle el criado - : la copa contenía vinagre, vino y mosto. El vinagre fue bueno cuando era vino; el vino es bueno; y el mosto será bueno cuando haya fermentado.

- Haz tu cuarto oficio – le dijo el emperador.- Deseo ofrecer una fiesta en palacio; búscame, pues, convidados dignos de ella.

El criado invitó solamente a los enemigos del emperador. Cuando este vio a los convidados, irritóse enormemente; mas, el criado le dijo:

- Señor: he invitado a vuestros enemigos porque, si os mostrais bueno con ellos, podréis convertirlos en amigos.

Cosa que así sucedió en efecto.

El soberano le pidió entonces que hiciese su último trabajo.

- Inmediatamente – repuso el criado.

Y tomando un haz de troncos que había hecho secar durante el estío, prendió fuego en ellos y ardieron sin despedir humo.


Quedó el emperador tan satisfecho como admirado del criado, al que dio un alto cargo en la corte.

Fuente: Cuentos Escogidos

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